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Ciudad del Este, miércoles 12, 8:42 am.

El frío y el silencio le fue comiendo el hígado y Nik entró en un estado de coma, cabeceó un par de veces hasta que se mordió la lengua y abrió los ojos: “la puta madre” gritó en la cabina del Chevy y vio la cara de un viejo pegada al vidrio.

El viejo parecía estar colérico y golpeaba el Chevy a patadas y puños. El frenesí violento del viejo, asustó a Nikita Artemiev a cagarse.

“¿Qué mierda queres?” gritó Nik.

El viejo había dejado de golpear los vidrios y se puso a zarandear al Chevy del lado de la ventanilla y aullaba:

--- ¿Sos la yuta?

Nik hizo señas como un lunático.

--- No entiendo -- dijo.

--- Escapate ¡Te vienen a buscar! -- dijo el viejo.

Nik gritó desde adentro del auto herméticamente cerrado.

--- ¿Quién? ¿Quién? -- se desesperó Artemiev.

El viejo bajó la cabeza y pegó la cara al vidrio: tenía barba mugrosa y la boca parecía masticar viento.

--- Los que roban todo. Mirá como me dejaron.

Nik tuvo un brote histérico y gritó: “Qué mierda estoy haciendo parado en medio del barro, sacudido por un croto y meado por los perros ¿Dónde mierda está Dante? ¿Por qué tengo que esperarlo entre esta mierda?”

Oyó al viejo golpeando con furia el techo y el vidrio.

Nik estaba loco.

--- Vas a romper el vidrio – gritó como si tuviese un megáfono.

El viejo era uno más de la jauría de perros que le ladraban: gritaba, gritaba y gritaba.

--- Dame algo pendejo. Tenes que darme algo.

Nik le pasó un “diego” por el resquicio de la ventanilla.

El viejo miró el billete, hizo un gesto para que Nikita bajase el vidrio.

Artemiev bajó el vidrio 5 cm y el viejo pegó la boca en la ranura.

--- Che, puto ¿Crees que soy mago? ¿A cuántos puedo dar de comer con esto?

Nik estaba en llamas.

--- ¿A quién tenes que dar de comer? -- gritó.

--- A todos estos.

--- ¿A los perros?

El viejo escupió, metiendo la boca en la rendija hasta donde pudo.

--- ¡Dame más!
El aliento del viejo lo dejó mareado a Nikita.

--- Andate a cagar -- dijo.

El viejo volvió a zarandear el auto.

--- Te van a matar y te van a tirar en la basura del Arroyo ¡Te van a comer las ratas, puto! A putos como vos los sacamos con un gancho del arroyo, boludo -- gritó

--- Viejo de mierda, los sacas para revisar los bolsillos y los tirás otras vez -- dijo Artemiev rabioso.

Nik le alcanzó otro “diez” para sacárselo de encima.

El viejo agarró el billete y volvió a pegar la boca al vidrio. Señaló el pico de la botella de vodka que sobresalía del morral.

--- Dame eso.

Nik encendió el auto.

--- Andate a la concha de tu madre – gritó.

El viejo se puso delante de la trompa del Chevy. Sacó de adentro de los harapos un revolver negro. Nik no vio que era un juguete de plástico y roto por donde se lo mire. Nada más, se le pararon los pelos de punta y dio una violenta marcha atrás derrapando y seguido por los perros ladrando.

El ruido del motor forzando la marcha en el barro, asustó al caballo que salió al galope por la calle.

Y de las cajas de madera negras y podridas esparcidas por la costa y el basural del Arroyo, salieron algunos vecinos a curiosear.

Nik estaba enojado y descargaba sus nervios tensados sobre la prolongada ausencia de Dante.

Nik gritó como si estuviese con Dante.

--- La puta que te parió ¿Qué mierda perdiste en este basural? La concha de tu madre, es miércoles y todavía no salimos de esta puta ciudad.

El viejo pegó un grito y los perros se volvieron, lo rodearon y se fueron por la orilla del Arroyo del Muerto.

Nikita quedó solo con el Chevy casi metido en un zanjón. Estaba agitado, prendió un cigarrillo y la tos lo ahogó, tiró el pucho y se agarró el pecho. Le dolía. “¡La puta madre” dijo tosiendo como si escupiera pedazos de pulmón.

Lentamente recuperó la respiración y prendió otro cigarrillo.

“¿Dónde mierda estás Dante?” Gritó para oír su voz y romper el silencio. Calculó que había pasado más de una hora. Bajó un trago de Smirnoff, y hojeó al azar el diario con bronca.

Buscó en el libro de Murphy, que sostenía con manos y dedos que le temblaban como si fuesen de papel. Para dominar el temblequeo zampó por el garguero y trago de vodka y gritó como para sacarse el amargor del alcohol y armar su cuerpo desarticulado "¡La puta madre, acá esta!": Teorema de Ginsberg.

1- Usted no puede ganar

2 – Usted no puede empatar

3 – Ni siquiera puede dejar el juego.

"Joder con Ginsberg"

El diario "Clarín", una tonelada de papel con 10 suplementos, estaba tirado en el asiento trasero. Artemiev agarró un manojo de hojas y se entretuvo leyendo propagandas, títulos de artículos, fotos: el desorden no le importaba. Tenía que pasar el tiempo hasta que Dante lo rescatara de esa basura marginal. Leyó las hojas del suplemento Clarin "El Indio Solari, rebelde antisistema"

Etcétera a favor del furia libertario del que vive en Nueva York, tiene seguridad en su mansión de Capital y el avión privado, de modo tal que el "Tributo al Indio Solari" fue, seguramente, garpado por la productora del Indio, de la cual Solari parecía ser socio.

"A 13 años del último recital de Los Redonditos"

--- Las masivas Misas Ricoteras -- dijo.
Nikita estaba cabreado, solo que: "Ji Ji Ji", el Pogo más grande del mundo, lo puso peor.

Nikita Artemiev colectaba de todo lo que podía volcar en las cajas de apuntes para su novela. Se acordó que el Celu. tenía algún escrito sobre el tema. Buscó hasta encontrar el texto copiado del escrito de Eduardo de la Puente que escribió o dijo:

"(...) Hablando del Indio Solari con motivo de uno de sus shows multitudinarios que iba a producirse en no me acuerdo qué ciudad"

En una nota fechada en algún mes del 2000, Nik leyó en el celular otra copia del escrito de De La Puente:

"Me parece que al Indio la gente le chupa un huevo (…) Por un lado la cosa esa de antisocial, el rechazo fóbico hacia el resto de la humanidad y por otro la convocatoria a cientos de miles de personas que, está bien, se la pone a unos cuantos metros de distancia. (…) Está buenísimo lo que hace pero a vos no te quiere. Sabelo. No le interesás aunque te creas lo contrario."

Tiró el Celular y levantó las Hojas del diario dedicadas al Indio Solari y Los Redonditos de Ricota, antes de divorciarse con el machote de anteojos oscuros.

“Frases Celebres de los Redonditos de Ricota”