jueves, 23 de febrero de 2017

JUNIO 15 a - Miércoles 12, 11:23 am.


















"Los Jacarandá"
 30 Km. al norte de  Ciudad del Este; 
Miércoles 12, 11:23 am


Las cubiertas del Chevy amarillo, rodaban por el negro pavimento de la AU 7, salpicando barro bajo la lluvia que caía como una agitada cortina  por el viento.

Nikita conducía aferrado al volante, había tirado la cabeza adelante, los ojos escudriñaban el camino detrás del parabrisas que recibía los fuertes ramalazos   y tenia un cigarrillo pegado a los labios, mordía la punta del filtro blanco del Parlament y fumaba tirando humo por la nariz.

Dante dormitaba con las gafas negras sobre la nariz y las estúpidas vacas miraban rumiando,  detrás del  infinito cerco de 6 hilos de alambres de púas. 

Paralelo a la autovía corría, más rápido que el Chevy, el tendido de los cables de alta tensión y en  el horizonte,  los montes de eucaliptos parecían esfumados  en la bruma que levantaba la lluvia.

Nik maniobraba entre los Turk de cargas pesados y conducidos por los sindicalizados del Mercosur. 

Nikita se agarraba fuerte al volante, porque todos  los hijos de puta lo  pasaban como misiles, provocando una explosión tras otra, que tiraba al Chevy amarillo  a la banquina.

También tenía que cuidarse de los sedan:  cortaban el aire . A decir verdad, Nik traspiraba dentro de ese torbellino de hierros, bocinas, luces pidiendo paso, motores  y a todos les veía el trasero humeante de los caños de escape tirando pedos y  aceite. 

Nik estaba nervioso.
--- Tengan cuidado, che – gritaba.

Dante abrió los ojos y miró por arriba de las gafas.
--- ¿Pasamos Las Palmeras Cruzadas? – dijo
--- Hace rato.
--- Da vuelta y dobla  en el camino entre las Palmeras -- dijo y volvió a dormirse cruzado de brazos.

Después de una complicada maniobra en la AU 7, Nik estuvo a punto de dejar al Chevy con las ruedas al aire mirando al norte,finalmente, de contramano. el auto dobló al camino de ripio entre las dos palmeras.  Reguló la marcha, hasta que entraron en un pueblo de calles de grava blanca, recostado sobre el Arroyo Del Sauce.

El pueblo “Los Jacarandá” tenía su anclaje en campos cultivados y casas coloniales . Contaban con luz, teléfono, agua corriente, cinco sucursales de Banco: HSBC, Provincia, Nación. BBVA, y el Cooperativo del Este a metros de la Gran Plaza con Glorieta y  la  Avenida  "Los Jacarandá". 

Por indicación de Dante, Nikita estacionó el Chevy amarillo en la Avenida San Martín, frente al “Viejo Almacén”.

--- Esperáme, ya vuelvo – dijo. 

Y  otra vez, Nikita se vio encerrado en el Chevy  en un punto muerto de la Provincia.

Nik sacó del morral la botella de  Smirnoff en una bolsa de papel,  desenroscó la tapa y bebió  dos tragos  de 40°.


Salió del auto y caminó por la Avenida, bajo el túnel de los Jacarandá  de Este a Oeste.

Estaba inquieto y  le hinchaban las bolas las gotas frías de  lluvia que atravesaban el techo de los árboles. A poco de pasear, estaba fastidioso: trescientos metros de hilera de troncos a la izquierda y otro tanto a la derecha llorando sobre la cabeza y los hombros de su cuerpo achuchado  por frío, hambre, sueño. Nikita Artemiev  había perdido la brújula.

Con el alma cargada, Nik caminaba  pensativo. Se detuvo frente al jardín  de la Escuela “María Elena Walsh”.

Debajo del  busto de la poetisa había   un trozo de cemento que replicaba un papiro, y sobre él  la letra, en relieve dorada, de “Canción del Jacarandá”

Su acercamiento en el pasado, a la “Canción del Jacarandá”,  fue en el examen del Instituto de Arte Dramático, hace unos veinte años.

El instructor le dio una hoja con la canción: “Estudialo pibe que ya tenes un pié dentro del Instituto” le dijo y desapareció.

Artemiev había echo los pasos previas del examen,  con algunas acrobacias y expresiones dramáticas de improvisación. Había pasado las pruebas y ésta era la tercera y última.

Estudió todo el día, cantó y escuchó un millón de veces a Maria Elena Walsh y, a la noche, tenía dominado el recitativo.  Pero le atacó un miedo infantil, el pánico animal lo expulsó de su casa para recalar en algunos boliches con el Chino, el Gallego y un par de putas.

Nik se presentó a rendir el  examen en pedo. Subió al escenario a  recitar la "Canción del Jacarandá" y empezó modulando la voz para que lo escuchen en la fila 10.

“Al este Asia a un lado, al otro Europa y allá a su frente Estambul”

Desde la oscura fila 10, una voz trabajada, continuó el poema de Espronceda  "Navega velero mío, sin temor, que ni enemigo navío, ni tormenta, ni bonanza tu rumbo a torcer  alcanza”

Nik escuchó el coro de risas de la fila 10. Era la mesa examinadora de  profesores y algunas visitas: ex alumnos, actores ya: Chingado pendejo ¡Escuchaba en la fila 10 a Alfredo Alcon!

Nik empezó  la puta canción y se perdió en el abrazo rojo de  vergüenza. La sangre le corría por las venas y en la frente brotaban gordas gotas de transpiración.

Tenía nauseas y miedo a que le lleguen las arcadas recitando  las lineas del poema seguido por  chorros del pútrido vómito.

Alguien de la fila examinadora le dijo con voz  impostada.
--- Artemiev, Usted está recitando “La Canción del Pirata” ¿Nos quiere dar una sorpresa? 

Nik  se turbó. Miró la oscuridad del teatro y escuchó el cuchicheo de la fila 10, y se perdió en el Colegio Nacional Sarmiento de San Miguel y   la banda de los hijos de puta sentados en bancos del siglo pasado en el aula de 5to 1era. 

Delante del pizarrón,  la vieja   de literatura,  los tenía locos gritando a coro “Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés” 

“La guacha, nos tenía, a los cuarenta pelotudos, recitando:  “Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela” Y no había día que algún hijo de puta le recordara  que todavía no recitaron ese día  “Tiene razón hijo, los veo muy alegres y estúpidos, veamos como se sienten después de cantar"  Nos miraba sonriendo, uno por uno, y rompía el suspenso con un grito "¡Empiecen, ya!” 

Y otra vez, nos lanzábamos los cuarenta pendejos a gritar   “No corta el mar, sino vuela un velero bergantín”

De la fila  10, una mujer preguntó. 
--- ¿Qué va hacer Artemiev?

La respuesta de Nikita fue inmediata y atropellada: recomenzó el examen con la "Canción del Jacarandá"

--- “Al este y al oeste llueve y llueve, llueve”

La fila 10 largó una carcajada a coro.

Nik quedó congelado “¿Y ahora, qué mierda les pasa?” pensó.

--- ¡Artemiev!  va a llover todo el día ¿No le parece? – dijo una de las mascaras y la risa de la fila 10 humilló a Nik y su examen de actor perdió sentido. No lo pudo disimular y se quedó con el orto cerrado.


Esa  mañana, se había descargado una tormenta de puta madre sobre Buenos Aires. Los medios, como chacales, se prendieron al hueso de la noticia y contaban con dramatismo, agregándole a la voz un cachito de piedad y el mar de sentimientos "preparados y listos para salir con fritas por las bocas pegadas al micrófono.  La TV. le ponía más garra y las imágenes eran más dramáticas que el cuento reiterativo del movilero "En menos de dos horas cayeron 300 mm de agua" El huevon de la cámara le preguntántaba a los propietarios de sus negocios inundados   "¿Qué le parece? ¿Cómo le fue?" El pendejo, metido en un bote con la cámara le daba coba  a un tipo, con el agua al cuello llorando: se  daba la cabeza contra un árbol.

»Dios nos cierra el paso y nos hace caminar a ciegas.
24 Lágrimas y quejas son todo mi alimento.
25-26 Ya he perdido la paz. Mis peores temores  
se han hecho realidad».(Job 3 - 24,25,26)


--- ¿Qué dice? ¿Qué dice?
--- Ayer me asaltaron y hoy perdí todo.
La cabeza le sangraba y la cortina de agua que levantó el 60 se la lavó y empapó a Job.
Las intensas lluvias caídas desde la madrugada provocaron el anegamiento de numerosas calles porteñas, volvieron a inundarse los barrios de Belgrano y Palermo. El agua ingresaba a locales y edificios y también se  registraban robos a comercios y personas atrapadas. La acumulación de agua en Villa Urquiza, Liniers y Mataderos, hay calles inundadas en los barrios de Saavedra, Palermo, Belgrano y Villa Urquiza” 

Nikita  bajó la cabeza, estaba echo mierda: el Chino, la noche, el alcohol, las putas. Salieron de "Santa Diabla" y él como estaba, muy alegre, se fue a la Capital a rendir el examen en el Instituto de Arte Dramático.

Su examen de ingreso naufragó porque no supo cómo vencer el pánico o tal vez quería fracasar de un modo dramático e inconsciente.

Un alumno del curso superior, ingresó en el haz de luz  y acompañó a Nik con  empujones fuera del escenario.

--- ¿Se siente bien? -- dijo.
Nik movió la cabeza y le dio vergüenza agarrarse del brazo del que lo sacaba a  patadas en el culo.
--- Si… si --- dijo.

Pasada la resaca, Nikita tuvo tal vergüenza  que se castigó caminando 80 km a Lujan por la Avenida Rivadavia. Cuando llegó al altar del la Virgen, tenía los pies hinchados, le dolían y se sentó. Estuvo allí dormitando hasta la noche hasta que un cura lo sacó de la Basílica.

Ese episodio es un raído recuerdo de  20 años atrás y hoy, Nik, estaba en la Villa  recitando “La canción del Jacarandá” ¡Mierda! No la olvidaría nunca, nunca  en su vida.

Era el mediodía en la Villa. 

La Escuela “Maria Elena Walsh” explotaba con vida: una bandada de delantales blancos corrían  de acá para allá, chillando, agarrándose a trompadas, haciendo “bulling” sobre algún idiota gordo a la sombra de la animada conversación de los padres, por cierto más interesante que los gritos de los pendejos.

Las maestras escapaban de las escenas de "bulling" y otras travesuras inocentes, en  autos que las esperaban.

Todo lo que pasaba en la “Villa", satélite político de Ciudad del Este,se volcaba en el "Contenedor"  de “El Diario” de Ciudad del Este, de modo que había más cotilleo de la Villa, que de la mismísima Ciudad, en la cual,  parecía no suceder nada excepto: decesos (Sepelios), casamientos, bautizos (Sociales), ordenanzas y actos de gobierno (Política), Farmacias de Turno, Horario de Transportes (Servicios).  

El lector leía qué carajo pasaba en Los Jacarandá en la "Sección" / "Contenedor: Notas del corresponsal " 

El corresponsal no tenía censura, ni presiones políticas o policiales de la Ciudad del Este y le daba vuelo a su vocación literal.

De este modo se enteraron, los 80.000 copoblanos de  la Ciudad del Este que, en la Escuela “Maria Elena Walsh” de “Los Jacarandá”,  una nena salió  a buscar   a su papá y lo encontró garchando  con la madre de su  compañerito que le mordía la espalda. 


La  información era  detallada, ocultaba los nombres   y apellidos, aunque todos sabían  quienes eran los amantes. No obstante,  deliraban al pedo y apostaban por cien o mil pesos a los nombres del  los protagonistas del pornográfico cuento. Para unos,  el protagonista era el “poronga” “Monchito” Galván, para otros el “Patrón” Baez, pero nadie dudaba de la identidad de la mamá de la nena: la yegua Sole, favorita, pagaba $2,10 por cada $2,00 apostados.

Nikita vagabundeó por la Villa, pero sin la protección del techo de los Jacarandá se mojaba al pedo.

Embarrado hasta el culo, volvió corriendo sobre sus pasos  y se metió en “El viejo almacén”
            

El Viejo Almacén, era una fusión de la Pulpería de Santa Lucía, con del Asador de “La Estancia”.

Colgaban fotos de ilustres visitantes,  carteles fileteados a puro tango  con la voz de Gardel, y una reja ornamental de pulperia de   un metro sobre la barra  de mostrador de cinco.

Las fotos del viejo Buenos Aires se codeaban con las de la aldea: paisanos subidos a las primeras cosechadoras, patriarcas, madrazas, galpones; la vieja Estación con toda la gente del pueblo en el andén y los peones cargando los vagones del Tren de Carga. 

Nik miraba  los dibujos de Molina Campos de gauchos apostados chupando mate o ginebra, caballos cabezudos y chinas bailanteras en el Menú del tamaño de un libro de lujo. Levantó la cabeza y vio al flaco mozo a su lado. Artemiev pidió  café y coñac al tipo encorsetado en un delantal negro de la cintura hasta el piso, y antes de que se de vuelta le preguntó:

--- Decime ¿que pasó con esos padres cogiendo  en el aula a la salida de los pibes de la escuela?
--- No se de que me habla señor – dijo.
Se dio vuelta  a la barra, y caminó duro  como si tuviese un palo clavado en el culo.

Nik lo miró.
--- Andate al carajo “Señor no se de que me habla” – dijo.
Si el mozo lo escuchó, se hizo el boludo.



"Los hechos y/o personajes de "JUNIO y 50 Relatos" son ficticios. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia"


"La Canción del Jacarandá" 
https://youtu.be/Y6ualZzcjjw



FIN
JUNIO  15 a.

SEGUIMOS  EN  CURSO



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Después de revisar el piso vacío, Nik se tiró en un desvencijado sofá y pensó en su familia “¿Dónde mierda están?” El reloj de pared marcaba las 3:47 AM y el frío se colaba por las puertas y ventanas. Tenía las manos heladas, se tocó las mejillas ardientes y dijo: “¡Mierda estoy mal!” Y empezó a temblar  y sacudirse como un epiléptico.  Saltó del sofá, caminó mareado por el piso gastado y daba vueltas.  “A esta banda solo le quedó  cambiar la cerradura y chocarse las palmas felicitándose entre ellos” Dijo con voz cascada y temblorosa. Las palabras rebotaron en el vacío y volvieron como golpes a un hierro colgado de la oreja  de Nikita. Hacia las 4:20 AM volvió arrollarse en el sofá en el congelador del departamento.



El viento seguía barriendo las calles, llovía y el frío era de cagarse cuando Nik llegó a la casa de Dante. La sala estaba "desalojada". En algún momento de la madrugada, El Negro, Olivia y el Paraguayo dijeron “Chau” y se fueron. Nik estaba solo en la sala, se sentía incomodo: era un extraño. Pegó un par de tímidas  palmadas, pero nadie contestó ni salió a su encuentro. 
¿Por qué  este terrible sentimiento de impotencia y vacío antes de salir? ¿ presagiaba un viaje de mierda? Llegó Dante de la calle con los anteojos negros puestos y el morral colgando. Dio vueltas por la casa y sin que Marìe Elena se hiciese ver, salieron a la calle y se metieron en el auto.“Por fin salimos de una puta vez” pensó Nik. Nikita Artemiev, detrás del volante del  Chevy amarillo, se abría con la trompa por las calles, bajo la lluvia, de la Villa de la Inmaculada Ciudad del Este.



El frío y el silencio le fue comiendo el hígado y Nik entró en un   estado de coma, cabeceó un par de veces hasta que se mordió la lengua y abrió los ojos: “la puta madre” gritó en su cubículo y  vio a un viejo, seco en carne, andrajoso y pintado de barro, pegado al Chevy amarillo. El viejo golpeaba frenéticamente la ventanilla,  gritaba y los perros ladraban “¿Qué mierda dice?”, dijo   asustado. Pero el viejo había dejado de golpear los vidrios y se puso a zarandear al Chevy del lado de la ventanilla y gritaba:
--- ¿Sos la yuta?
Nik hizo señas con la mano.
--- No entiendo -- dijo
--- Escapáte ¡Te vienen a buscar!
Nik gritó desde adentro.
--- ¿Quién?
El viejo bajó la cabeza y pegó la cara al vidrio: tenía barba mugrosa y la boca parecía masticar viento.
--- Los que roban todo. Mirá como me dejaron.
Nik tuvo un brote histérico y gritó: “Qué mierda estoy haciendo parado en medio del barro, sacudido por un croto y meado por los perros ¿Dónde mierda está Dante? ¿Por qué tengo que esperarlo  acá?” Oyó  al viejo golpeando con furia el techo y el vidrio.
Nik estaba loco.
--- Vas a romper el vidrio – gritó.
El viejo era uno más de la jauría de perros que le ladraban: gritaba, gritaba y gritaba. 
--- Dame algo  pendejo. Tenés que darme algo.
Nik le pasó un “diego” por el resquicio de la ventanilla. El viejo miró el billete, hizo un gesto para que Nik bajase el vidrio.

Nikita bajó el vidrio 5 cm y el viejo pegó la boca en la ranura. 
--- Che, puto ¿Crees que soy mago? ¿A cuántos puedo dar de comer con esto?
Nik estaba en llamas.
--- ¿A quién tenes que dar de comer? -- gritó.
--- A todos estos.
--- ¿A los perros?
El viejo escupió, metiendo  la boca en la rendija hasta donde pudo.
--- ¡Dame más
--- Andate a cagar. 


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