¿Que tiene Nikita Artemiev?
Ciudad del Este, lunes 3:29 pm
A las 4:00 pm, Nikita Artemiev y Freuke Ágata
von Franze firmarían ante el Escribano Público Alberto Bacigalupo documentos que cedían al Banco de la Provincia
una propiedad en construcción de calle Patria Grande, etc… por deudas en cuenta corriente.
Minutos antes, entre
la pareja se suscitó una discusión que fue creciendo a grito pelado, agresiones
físicas y una víctima hasta el momento:
el celular IPhone que Nik le arrebató de
las manos a Freuke y lo estrelló contra la pared.
Freuke juntó los pedazos del celular y los devolvió a la cara de Nikita.
--- ¡Hijo de puta! ¿Qué haces para mejorar la vida de tu
familia? ¿Vender libros? ¿Eso es un trabajo? --- gritó.
Nik miró a Freuke, le dio la espalda y apoyó la frente a la
pared suspirando. Era como si hubiese bajado los brazos harto de tantas peleas.
--- ¿Y ahora qué haces pelotudo? – dijo Freuke
--- Estoy cansado, muy cansado.
Freuke agarró la extensión de goma de la aspiradora y le
pegó con toda su fuerza en la espalda. La cabeza de Nik rebotó contra la pared
como un resorte.
Nik había querido aplicar el budismo de la "viejita de la
rama del cerezo", armonizar el cuerpo con la mente, ser un monje tibetano,
direccionar la fuerza hacia la serenidad, pero
de la ceja derecha le salía un hilo de sangre deslizándose
hasta el ojo ¡Joder, Nikita veía todo en rojo! La miró asombrado y se metió en
el baño.
Del baño pasó por la heladera de la cocina: tomó Ginebra del
pico de la botella, hizo una mueca y prendió otro cigarrillo.
Oyó la estridente kermese de la Televisión. Freuke
la había prendido, miraba la novela de la tarde y fumaba. El volumen hacia
trepidar los vidrios de la ventana y ponía a prueba la paciencia de los vecinos.
Nik la miró furibundo. Sostenía un bollo de papel higiénico
sobre la ceja.
--- ¿Qué mierda estas haciendo? -- dijo.
Freuke no lo miró.
--- Tenemos que hablar – dijo.
Nik estaba enojado, la impaciencia de salir de una vez a la
escribanía lo corría a patadas en el culo.
--- No hay tiempo. Hablemos después. Ahora vestite de una
vez – dijo.
Freuke estaba empecinada en aclarar algo de fundamental importancia
para ella.
--- Cuando nos conocimos prometiste cuidar de mí y que nada
me iba faltar – dijo.
--- ¡Estás de remate! ¿Cómo prometí lo que no tenía?
--- ¡Si! me lo prometiste. Te creí. Tuve un millón de
oportunidades y me quedé con vos -- dijo.
Nik reaccionó mal. Estaba indignado y se volvió loco.
--- ¿De qué promesa
me hablas? Ni bien nos vimos, alquilé una pieza en el hotel Fiuri para darle de comer Kamasutra al hambre ¡Todas
las noches! ¡Coger y coger! ¿Te olvidaste? Estábamos fumados y de la nuca.
Me decías “Acordate Nik lo nuestro es sin compromisos” Y te caías de la
cama en pedo ¿Oís, boluda? Lo decías con la cabeza quemada ¿Qué mierda hacías de día mientras yo estaba
metido en la librería?
La mujer lo miró sin emoción
La mujer lo miró sin emoción
--- Trabajaba.
Nik recicló su bronca y siguió gritando.
Nik recicló su bronca y siguió gritando.
--- La concha de tu madre Freuke ¿En qué trabajabas vestida
con esa mugrosa pollera hindú y tu puto tercer ojo pintado? Nunca vi nada más
horrendo.
Freuke pegó un salto.
Freuke pegó un salto.
--- ¿Y por qué estabas conmigo? -- dijo.
---
La puta que te parió ¡Coger y coger como conejos!Por eso estaba ahí: no me soltabas ni para ir a cagar y sin embargo cruzada de piernas en el piso decías “No
te sientas con obligaciones, soy una mujer desmarcada" "¿Qué es eso?" te preguntaba como un pelotudo y vos decías: "No estoy en ningún catalogo: cuando se termina se termina ¡Así
pienso! ¿Se terminó? Chau, sin una sola lágrima.
Nik estaba sacado.
--- ¡Mirá si seras conchuda y mentirosa! Llorabas “Conocerte fue lo mejor que me podía haber pasado” lo decías todas las noches. ¿De dónde sacabas esas frases pelotudas? ¿Del Facebook? -- dijo.
Nik estaba sacado.
--- ¡Mirá si seras conchuda y mentirosa! Llorabas “Conocerte fue lo mejor que me podía haber pasado” lo decías todas las noches. ¿De dónde sacabas esas frases pelotudas? ¿Del Facebook? -- dijo.
La discusión entre Nikita y su mujer Freuke había tomado un matiz ordinario, chillón y violento.
--- ¡Me embarazaste ruso pajero!
Nik abrió la boca sorprendido.
---Durante 11 meses me decías “No te preocupes: yo me cuido”
y de pronto “Estoy embarazada” El colmo del caradurismo: “¿No te cuidas?” me dijiste. ¿A mí boluda? Cómo no te vas a dar cuenta si me sacabas el condón con los dientes para chupármela? -- gritó.
De pronto los dos dejaron de gritar y el silencio los
aplastó.
Nik se acercó a Freuke.
--- Vamos mujer,
vestite.
Frauke saltó como una térmica.
--- No, no ¡Mentís! Ese día dijiste “Yo te voy a cuidar y
nada te va a faltar a vos y a mi hijo”
Nikita golpeó la mesa con el puño.
--- ¡Otra vez! ¿De qué mierda hablas?
--- ¡Lo dijiste! ¡Lo dijiste! -- chilló Freuke.
Se chocaron cara a cara, desencajados, hasta el
hartazgo de los vecinos. Los de arriba tiraban piedras desde el balcón y
gritaban que se callaran, que había enfermos; y los de abajo silbaban insultándolos y todos a coro.
La vieja volvió asomarse
--- Por dios, los vecinos ¡Qué vergüenza! voy a llamar a la policía”
--- Por dios, los vecinos ¡Qué vergüenza! voy a llamar a la policía”
Nik estaba enajenado.
--- ¡Métase adentro del agujero vieja! – gritó.
Freuke se adelantó echando chispas y le pegó a Nik con sus
puñitos en el pecho, intentó calzarle la cara con las uñas, pero Nik la empujó y la mujer retrocedió trastabillando.
Freuke saltó con una silla en alto y Nik con otra silla acorraló a Freuke contra la pared entre
las patas. Freuke pataleaba,
gritaba, puteaba.
Nik estaba ofuscado y le recordaba a Freuke que sobre él
pesaba la maldición de haberla conocido. Era una mujer ligera de cascos, que por las noches se sacaba la pollera hindú, la mugrosa blusa gitana, los collares y se ponía
una apretada minifalda amarilla que le tapaba el culo y una blusa que mostraba las tetas, lo agarraba del brazo y salía cantando a comer en la parrilla Filipini o Atenas.
Fin del Relato 4
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A Nik se le había subido la sangre a la azotea, tenía la cara roja y sudando a chorros, gritaba.
--- Solo bastaron ¿Cuánto? ¡Un año! Solamente un año “Estoy embarazada, Nik” ¡Fin de la historia! Se cayó la decoración y quedé frente a frente con el Gerente del Banco necesitado de un crédito. Así, me clave en el culo, una deuda por años y compré el departamento de un ambiente en la calle Asamblea – las palabras que Nik escupía salían de su boca con gotas blancas de saliva agria.
--- Solo bastaron ¿Cuánto? ¡Un año! Solamente un año “Estoy embarazada, Nik” ¡Fin de la historia! Se cayó la decoración y quedé frente a frente con el Gerente del Banco necesitado de un crédito. Así, me clave en el culo, una deuda por años y compré el departamento de un ambiente en la calle Asamblea – las palabras que Nik escupía salían de su boca con gotas blancas de saliva agria.
Nikita estaba desatado y apretaba las patas de la silla
contra la descascarada pared, aprisionando entre ellas a Freuke.
--- Así empezó mi vida con vos, pinche pendeja chingada. Escuchá, desde entonces mi vida fue “responsable” como la vida del hombre culeado: de la librería al banco, del banco a los proveedores y de los
proveedores a la coima, enmantecar las manos a profesores, maestras ¡A todo el gremio, para poder entrar y vender manuales, diccionarios y libros de lectura. Yo
trabajaba y vos te sacaste la minifalda
y volviste al hinduismo ¡Y otra vez el
puto tercer ojo! Me ahogabas con los sahumerios y le pusiste candado
a tu concha. Guardabas la llave y solo
abrías la cajeta en ocasiones que te agarraba desprevenida y en pedo. Mi
chingada vida era trabajar y trabajar:
de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, y en la casa, la Abeja Reina había vuelto a la proclama de sus principios: “No estoy interesada por lo material” “No estoy pegada
a cualquier porquería de consumo” “Soy
libre” “Mi mayor y único capital son mis hijos”.
El universo, la galaxia hasta el más allá, tenía a Freuke
Ágata von Franze flotando y abrazada a
Yevgueni y Marusha, uno de cada lado y nada le importaba más que ellos. “La Abeja Reina” se mudó, del dormitorio conyugal, al de los
niños.
Nik transpiraba y tenía el rostro contraído.
--- Y la hiciste tan bien, me diste un empujón para que me rompa la cabeza pensando ¿Por qué? y también te pregunté ¿Qué hago con mi sexo? Me contestaste “No me importa, es
tu problema” -- gritó.
Freuke interrumpió llorando.
--- Soltame Nikita.
Nik forzó la silla
que la tenía contra la pared. Freuke chillaba, Nik la lastimaba y la vieja
atrás lo tenía agarrado de la campera
aullando “Voy a llamar a la policía” y
los vecinos que no dejaban de tirar piedras y Nik gritaba más que todos.
--- Hija de una gran puta ¡Todo cuesta! Primero el televisor
de 20 pulgadas ,
que se lo pasaste a la vieja y compraste el plasma de 40” BGH Smart, el DVD, el Home
Theatre, 10.500 Canales, y otro plasma para Yevgueni de 32” y un Sistema de Audio de
1000 W ¿Para qué mierda? Y andás preguntando por un TV Smart 3D 60” en Mercado Libre ¿No te das cuenta que acá no entra? ¿Que mierda te va importar? ¡Son solamente
200 cuotas! ¡Cuotas! Cada cuota suma a la anterior y a la anterior y todo se
descarga en el resumen de la tarjeta de crédito y hay que pagar y pagar ¡Dejá de chillar turra que te reviento!
Nik y Freuke estaban enrevesados en la discusión y se movían como muñecos articulados enganchados con las patas de las sillas.
Nik gritaba y su mujer lanzaba chispas de fuego.
--- ¿Una computadora? ¿Dos Notebook? Conchuda, ¿Por
qué dos Notebooks? “Por la educación de mis hijos ¡Todo el mundo tiene!” ¿Dos Notebook? ¿Dos Tablet? ¿Dos
PC? ¿Cinco IPhone?
Nik movió la silla
furioso, tenía la boca seca y las gotas de saliva blanca salpicaban a su mujer.
La cara de Freuke estaba mojada por sudor, surcos
de lágrimas secas y los cabellos desgreñados. No era su mejor perfil para Facebook.
---Me doy por vencido ¡A la mierda! Pero acá hay 5 celulares
y cinco facturas mensuales a pagar; tenemos una PlayStation 3, ropa de marca
“Ya no se usa” decís y la dejas tirada por
todos lados…
Nik tiró la silla al
rincón.
--- ¡Basta! Ultimo aviso. Si no vas a firmar, de toda esta
mierda que te rodea, nada, nada va a
quedar. El Banco se va a llevar todo, plasmas, celulares,
computadoras, y los pendejos cagados de vergüenza van a verse obligados a
emigrar a una escuela de barrio, donde no los conozcan. Y vos vas a tener que salir a vender a la Peatonal tus putas
artesanías de vieja hippie -- gritó.
Freuke lo miró resollando.
--- Enjuagate la boca que apestas a alcohol – dijo.
Nik pasó por el comedor y vio a Freuke en el dormitorio de Yeugueni de
espalda, desnuda, y sintió el pulso duro de de su verga que pedía y lo metía a abrazar a su mujer por atrás, y metérsela hasta los huevos. Antes lo
hacía y les gustaba a los dos hasta desfallecer.
Pero hoy la cosa no daba.
Se alejó rápido y buscó refugió en otro trago de ginebra.
Después entró al baño y se masturbó.
Freuke tenía para rato: elección de vestuario, sesión de
maquillaje, entretanto Nik tenía tiempo de caminar de lado a lado, hasta gastar las zapatillas.
Nikita se asomó al dormitorio
--- ¿Tenés un porro por ahí? -- dijo
Freuke no contestó, se levantó, rebuscó y se volvió con el
porro prendido.
Nik la miró.
--- Gracias. – dijo.
Nik le dió dos secas y se lo pasó a Freuke.
--- Te espero abajo en el Chevy amarillo – dijo.
JUNIO es una obra de ficción y cualquier parecido o semejanza con personajes, situaciones, nombres es atribuible a la casualidad.
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SEGUIMOS EN CURSO
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Una hora antes de que abrieran las dos hojas de la pesada
puerta de hierro del Banco, hacia cola con la abigarrada multitud: todos
congelados.
¡Mierda! parado y pegado contra la pared de granito hasta
las ocho, fumaba entre el muestrario de los asustados, esperanzados o cagados como yo: obedientes a la hora
de pagar y pedir autorización al gerente
que te largue unos mangos para salvar el cuello por un día.
Salí del Banco Provincia disparado por una patada en el culo y baje las
escaleras trastabillando.
El día estaba sucio con
remolinos de paraguas negros por donde se lo mire y, las caras de la gente en la calle, estaban
pintadas de gris ceniza.
Corrí entre los autos hasta la Plaza Independencia y caminé
agitado fumando por la diagonal.
Freuke no daba señales: seguía
roncando. Nik se acercó y le sacudió el
hombro.
Su mujer abrió los ojos.
--- ¿Qué mierda queres?
Nik dio un paso atrás.
--- Tenemos que ir a la
escribanía de Bacigalupo – dijo.
--- ¿Qué mierda hiciste ahora?
--- Tuve que cubrir el rojo
del banco con el terreno y la construcción de la casa.
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