martes, 6 de septiembre de 2016

JUNIO 4 - Lunes 10, 3:29 pm




¿Que tiene Nikita Artemiev?

Ciudad del Este, lunes 3:29 pm

A las 4:00 pm, Nikita Artemiev y  Freuke Ágata  von Franze firmarían ante el Escribano Público  Alberto Bacigalupo  documentos que cedían al Banco de la Provincia una propiedad en construcción de calle  Patria Grande, etc… por deudas en cuenta corriente. 

Minutos antes, entre la pareja se suscitó una discusión  que fue creciendo a grito pelado, agresiones físicas y una víctima hasta el momento: el celular IPhone que Nik le arrebató  de las manos a Freuke y lo estrelló contra la pared.

Freuke juntó los pedazos del celular y  los devolvió a la cara de  Nikita. 

--- ¡Hijo de puta! ¿Qué haces para mejorar la vida de tu familia? ¿Vender libros? ¿Eso es un trabajo? --- gritó. 

Nik miró a Freuke, le dio la espalda y apoyó la frente a la pared suspirando. Era como si hubiese bajado los brazos harto de tantas peleas.
--- ¿Y ahora qué haces pelotudo? – dijo Freuke
--- Estoy cansado, muy cansado.

Freuke agarró la extensión de goma de la aspiradora y le pegó con toda su fuerza en la espalda. La cabeza de Nik rebotó contra la pared como un resorte.

Nik había querido aplicar el budismo de la "viejita de la rama del cerezo", armonizar el cuerpo con la mente, ser un monje tibetano, direccionar la fuerza hacia la serenidad, pero   de la ceja derecha le salía un hilo de sangre deslizándose hasta el ojo ¡Joder, Nikita veía todo en rojo! La miró asombrado y se metió en el baño.

Del baño pasó por la heladera de la cocina: tomó Ginebra del pico de la botella, hizo una mueca y  prendió otro cigarrillo.

Oyó la estridente kermese de la Televisión. Freuke la había prendido, miraba la novela de la tarde y fumaba. El volumen hacia trepidar los vidrios de la ventana y ponía a prueba  la paciencia de los vecinos. 

Nik la miró furibundo. Sostenía un bollo de papel higiénico sobre la ceja.
--- ¿Qué mierda estas haciendo? -- dijo.
Freuke no lo miró.
--- Tenemos que hablar – dijo.

Nik estaba enojado, la impaciencia de salir de una vez a la escribanía lo corría a patadas en el culo.
--- No hay tiempo. Hablemos después. Ahora vestite de una vez – dijo.

Freuke estaba empecinada en aclarar algo de fundamental importancia para ella.
--- Cuando nos conocimos prometiste cuidar de mí y que nada me iba faltar – dijo.
--- ¡Estás de remate! ¿Cómo prometí lo que no tenía?

--- ¡Si! me lo prometiste. Te creí. Tuve un millón de oportunidades y me  quedé con vos -- dijo.

Nik reaccionó mal. Estaba indignado y se volvió loco.

--- ¿De qué  promesa me hablas? Ni bien nos vimos, alquilé una pieza en el hotel  Fiuri para darle de comer Kamasutra al hambre  ¡Todas las noches! ¡Coger y coger! ¿Te olvidaste? Estábamos fumados y de la nuca.  Me decías “Acordate Nik lo nuestro es sin compromisos” Y te caías de la cama en pedo ¿Oís, boluda? Lo decías con la cabeza quemada  ¿Qué mierda hacías de día mientras yo estaba metido en la librería?

La mujer lo miró sin emoción
--- Trabajaba.

Nik recicló su bronca y siguió gritando.
--- La concha de tu madre Freuke ¿En qué trabajabas vestida con esa mugrosa pollera hindú y tu puto tercer ojo pintado? Nunca vi nada más horrendo.

Freuke pegó un salto.
--- ¿Y por qué estabas conmigo? -- dijo.
--- La puta que te parió ¡Coger y coger como conejos!Por eso estaba ahí: no me soltabas ni para ir a cagar y sin embargo cruzada de piernas en el piso   decías  “No te sientas con obligaciones, soy una mujer desmarcada"  "¿Qué es eso?" te preguntaba como un pelotudo y vos decías: "No estoy en ningún catalogo: cuando se termina se termina ¡Así pienso! ¿Se terminó? Chau, sin una sola lágrima.

Nik estaba sacado.
--- ¡Mirá si seras conchuda y mentirosa! Llorabas “Conocerte fue lo mejor que me podía haber pasado” lo decías todas las noches. ¿De dónde sacabas esas frases pelotudas? ¿Del Facebook? -- dijo.

La discusión entre Nikita y su mujer Freuke había tomado un matiz ordinario, chillón y violento.

--- ¡Me embarazaste ruso pajero!
Nik abrió la boca sorprendido.
---Durante 11 meses me decías “No te preocupes: yo me cuido” y de pronto  “Estoy embarazada”  El colmo del caradurismo:  “¿No te cuidas?” me dijiste. ¿A mí boluda? Cómo no te vas a dar cuenta si me sacabas  el condón con los dientes para chupármela? -- gritó.

De pronto los dos dejaron de gritar y el silencio los aplastó.

Nik se acercó a Freuke.
 --- Vamos mujer, vestite.
Frauke  saltó como una térmica.
--- No, no ¡Mentís! Ese día dijiste “Yo te voy a cuidar y nada te va a faltar a vos y a mi hijo”

Nikita golpeó la mesa con el puño.
--- ¡Otra vez! ¿De qué mierda hablas?  
--- ¡Lo dijiste! ¡Lo dijiste! -- chilló Freuke.


Se chocaron cara a cara, desencajados,  hasta el hartazgo de los vecinos. Los de arriba tiraban piedras desde el balcón y gritaban que se callaran, que había enfermos; y los de abajo  silbaban insultándolos y todos a coro.
  
La vieja volvió asomarse 
--- Por dios, los vecinos ¡Qué vergüenza! voy a llamar a la policía”
Nik estaba enajenado.
--- ¡Métase adentro del agujero vieja! – gritó.

Freuke se adelantó echando chispas y le pegó a Nik con sus puñitos en el pecho, intentó calzarle la cara con las uñas, pero Nik la empujó  y la mujer retrocedió trastabillando.

Freuke saltó con una silla en alto y Nik con  otra silla acorraló a Freuke contra la pared  entre las  patas. Freuke pataleaba, gritaba, puteaba. 

Nik estaba ofuscado y le recordaba a Freuke que sobre él pesaba la maldición de haberla conocido. Era una mujer ligera de cascos, que  por las noches se sacaba la pollera hindú, la mugrosa blusa gitana, los collares y se ponía una  apretada minifalda amarilla que le tapaba el culo y una blusa que mostraba  las tetas, lo agarraba del brazo y salía cantando a  comer en la parrilla Filipini o Atenas.




A Nik se le había subido la sangre a la azotea,  tenía la cara roja y sudando a chorros, gritaba.

--- Solo bastaron ¿Cuánto? ¡Un año! Solamente un año “Estoy embarazada, Nik” ¡Fin de la historia!  Se  cayó la decoración y quedé frente a frente con el Gerente del Banco necesitado de un crédito. Así, me clave en el culo, una deuda por años y compré el departamento de un ambiente en  la calle Asamblea – las palabras que Nik escupía salían de su boca con gotas blancas de saliva agria.

Nikita estaba desatado y apretaba las patas de la silla contra la descascarada pared, aprisionando entre ellas a Freuke.

--- Así empezó mi vida con vos, pinche pendeja chingada. Escuchá, desde entonces mi vida fue “responsable” como la vida del hombre culeado: de la librería al banco, del banco a los proveedores y de los proveedores a la coima, enmantecar las manos a profesores, maestras  ¡A todo el gremio, para poder entrar y vender manuales, diccionarios y libros de lectura. Yo trabajaba y vos  te sacaste la minifalda y volviste al hinduismo ¡Y otra vez  el puto  tercer ojo!  Me ahogabas con los sahumerios y le pusiste candado a tu concha. Guardabas la llave y solo  abrías la cajeta en ocasiones que te agarraba desprevenida y en pedo. Mi chingada  vida era trabajar y trabajar: de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, y en la casa, la Abeja Reina había vuelto a la proclama de sus principios: “No estoy interesada por lo material” “No estoy pegada a cualquier porquería de consumo”  “Soy libre” “Mi mayor y único capital son mis hijos”.

El universo, la galaxia hasta el más allá, tenía a Freuke Ágata von Franze  flotando y abrazada a Yevgueni y Marusha, uno de cada lado y nada le importaba más que ellos. “La Abeja Reina” se mudó, del dormitorio conyugal, al de los niños.

Nik transpiraba y tenía el rostro contraído.
--- Y la hiciste tan bien,  me diste un empujón para que me rompa la cabeza pensando ¿Por qué? y también te pregunté ¿Qué hago con mi sexo?  Me contestaste “No me importa, es tu problema”  -- gritó.

Freuke interrumpió llorando.
--- Soltame Nikita.

Nik  forzó la silla que la tenía contra la pared. Freuke chillaba, Nik la lastimaba y la vieja atrás lo tenía agarrado de la campera aullando  “Voy a llamar a la policía” y los vecinos que no dejaban de tirar piedras y Nik gritaba más que todos.

--- Hija de una gran puta ¡Todo cuesta! Primero el televisor de 20 pulgadas, que se lo pasaste a la vieja y compraste  el plasma de 40” BGH Smart, el DVD, el Home Theatre, 10.500 Canales, y otro plasma para Yevgueni de 32” y un Sistema de Audio de 1000 W ¿Para qué mierda? Y andás preguntando por un TV Smart 3D 60” en Mercado Libre  ¿No te das cuenta que acá no entra? ¿Que mierda te va importar? ¡Son solamente 200 cuotas! ¡Cuotas! Cada cuota suma a la anterior y a la anterior y todo se descarga en el resumen de la tarjeta de crédito y hay que pagar y pagar ¡Dejá de chillar turra que te reviento!

Nik y Freuke estaban enrevesados en la discusión y se movían como muñecos articulados enganchados con las patas de las sillas.  
Nik gritaba y su mujer lanzaba chispas de fuego.
--- ¿Una computadora?  ¿Dos Notebook? Conchuda, ¿Por qué dos Notebooks? “Por la educación de mis hijos ¡Todo el mundo  tiene!” ¿Dos Notebook? ¿Dos Tablet? ¿Dos PC?  ¿Cinco IPhone?

 Nik movió la silla furioso, tenía la boca seca y las gotas de saliva blanca salpicaban a su mujer.

La cara de Freuke estaba mojada por sudor, surcos de lágrimas secas y los cabellos desgreñados. No era su mejor perfil para  Facebook.

---Me doy por vencido ¡A la mierda! Pero acá hay 5 celulares y cinco facturas mensuales a pagar; tenemos una PlayStation 3, ropa de marca “Ya no se usa” decís y la dejas tirada  por todos lados…

Nik tiró la silla al rincón.

--- ¡Basta! Ultimo aviso. Si no vas a firmar, de toda esta mierda que te rodea, nada, nada  va a quedar. El Banco  se va  a llevar todo, plasmas, celulares, computadoras, y los pendejos cagados de vergüenza van a verse obligados a emigrar a una escuela de barrio, donde no los conozcan.  Y vos vas a tener que salir a vender a la Peatonal tus putas artesanías de vieja hippie -- gritó.

Freuke lo miró resollando.
--- Enjuagate la boca que apestas a alcohol – dijo. 




Nik pasó por el comedor y vio  a Freuke en el dormitorio de Yeugueni de espalda, desnuda, y   sintió el pulso duro de de su verga que pedía y  lo metía  a abrazar a su mujer por atrás, y metérsela hasta los huevos. Antes lo hacía y les gustaba a los dos hasta desfallecer. 

Pero hoy la cosa no daba.

Se alejó rápido y buscó refugió en otro trago de ginebra. Después entró al baño y se masturbó.

Freuke tenía para rato: elección de vestuario, sesión de maquillaje, entretanto Nik tenía tiempo de caminar de lado a lado, hasta  gastar las zapatillas.

Nikita se asomó al dormitorio
--- ¿Tenés un porro por ahí? -- dijo
Freuke no contestó, se levantó, rebuscó y se volvió con el porro prendido.
Nik la miró.
--- Gracias. – dijo.

Nik le dió dos secas y se lo pasó  a Freuke.

--- Te espero abajo en el Chevy amarillo – dijo.



 Fin del Relato 4
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JUNIO es una obra de ficción y cualquier parecido o semejanza con personajes, situaciones, nombres  es atribuible a la  casualidad.
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SEGUIMOS EN CURSO



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Una hora antes de que abrieran las dos hojas de la pesada puerta de hierro del Banco, hacia cola con la abigarrada multitud: todos congelados.

¡Mierda! parado y pegado contra la pared de granito hasta las ocho, fumaba entre el muestrario de los asustados, esperanzados o cagados como yo: obedientes a la hora de pagar  y pedir autorización al gerente que te largue unos mangos para salvar el cuello por un día.


Salí del Banco Provincia  disparado por una patada en el culo y baje las escaleras trastabillando.
El día estaba sucio con remolinos de paraguas negros    por donde se lo mire y,  las caras de la gente en la calle, estaban pintadas de gris ceniza.

Corrí entre los autos hasta la Plaza Independencia  y  caminé agitado fumando por la diagonal. 


Freuke no daba señales: seguía roncando. Nik se acercó y le sacudió  el hombro.
Su mujer abrió los ojos.
--- ¿Qué mierda queres?
Nik dio un paso atrás.
--- Tenemos que ir a la escribanía de Bacigalupo – dijo.
--- ¿Qué mierda hiciste ahora? 
--- Tuve que cubrir el rojo del banco con el terreno y la construcción de la casa.


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