domingo, 4 de septiembre de 2016

JUNIO 3 - LUNES 10, 2:58 pm

¿Que tiene Nikita Artemiev?


Nik se asomó a la puerta y miró la espalda de Freuke bajo la manta verde.
--- ¿Podés levantarte? – dijo.

Freuke roncaba en la cama de Yevgueni de 11 años. Maruscha, la hija de 12, se había   ubicada en el cuarto de la abuela, puerta  por medio. En el rincón del comedor  la computadora estaba prendida, el televisor estaba prendido y la mesa  quedó como la habían dejado después del almuerzo de hoy, de ayer y de la ultima cena de nuestro señor Jesucristo. 

Freuke no daba señales: seguía roncando. Nik se acercó y le sacudió  el hombro.
Su mujer abrió los ojos.
--- ¿Qué mierda querés?
Nik dio un paso atrás.
--- Tenemos que ir a la escribanía de Bacigalupo – dijo.


Vivían en el 7° piso, Dpto 52 del Edificio de los Docentes. Al principio, allí vivía sola  la madre de Freuke,  maestra jubilaba. Y de pronto,  todos  se acomodaron  con la vieja, y la estancia provisoria al principio, se prolongaba tres años. Estaban apretados dentro de un espacio de algo más de 70m2, uno al lado del otro, chocándose todo el tiempo entre las voces de los tres TV plasma encendidos y el Sistema de Audio de 1000 W.

 Los chicos estaban en el colegio y los aparatos vibraban con  voces,  grititos,  risas, música y colores chillones envueltos para regalo.

Freuke se levantó.  
--- ¿Qué mierda hiciste ahora? – dijo.
--- Tuve que cubrir el rojo del banco con el terreno y la casita.

Nik cruzó el comedor  al dormitorio y se quedó parado delante de  la cama revuelta.

El dormitorio tenía una medida extrema: 3 m x 3 m y cabía una cama y dos sillas en lugar de las mesas de luz.  La ventana no tenía cortina y había  más ropa tirada por m2 que en La Salada.

Prendió un cigarrillo y tuvo un ataque de tos. El humo se mezcló con los olores del piso sin ventilación. A su lado, sobre la pared, había una foto de Yevgueni,  de 11 años: estaba  frente a la cámara  con las piernas abiertas, vestía como un rapero: pantalones anchos con los fundillos hasta las rodillas y campera holgada no menos de 3 números por arriba de su talla, tenía puesto un gorro con visera y sobre el gorro la capucha de la campera estampada con letras grandes God is Dead. Colgaban del cuello de niño, dos o tres pesadas cadenas  y      un crucifijo de hierro. Se le veía algo de la cara de Yevgueni, su risa canchera y los ojos grandes de pibe salvaje,   miraba para que lo miraran y  Nik lo miraba.

Freuke también había colgado el retrato de Marusha de 12 años. La foto estaba tomada  de frente con la cara de la niña  en diagonal: no  miraba directamente sino que relojeaba al observador con sus ojos marrones y el largo pelo castaño  teñido a negro azabache: le caía en un prolijo flequillo hasta las delineadas cejas y parecía decir con los labios rojos entreabiertos “Mirame como estoy ¿Te gusto?” Marusha había sido producida y maquillada por la madre para colgarla en el celular y del IPhone  al Facebook, junto a miles de perfiles de pendejas en idéntica pose. Eran las Lolitas del Facebook con el límite corrido a la edad  de bebé.


Nik estaba absorto frente a las fotos  y pensaba: cuantos meses  faltarían para que esos dos  se metieran en esos cuerpos de niños: alcohol, cigarrillos, marihuana, anfetas y cuánta mierda más había en todos lados. 

¿Cuándo la banda de su suegra: Freuke y los parientes alemanes del Volga,  lo apartaron de sus hijos y de su influencia en la educación? Ahora sus hijos dependían de Freuke, la abeja reina. Y la abeja reina tal vez ya les dio su consentimiento para tatuarse, exhibirse y probar  el  primer cigarrillo, tal vez el primer revolcón, la encamada del desvirgue acá mismo: “Mejor que lo hagan conmigo a que se escondan”, decía, "Asi los protejo".

Freuke se plantó en la puerta con los brazos en jarra.

Nik señaló las fotos.
--- ¿Por qué se visten así? – dijo.
--- Hay que estar con ellos, conectada ¡Así de fácil! 
Nik la miró.
--- Conectada a Garbarino 12 cuotas,  Alibaba o Mercado Libre,   boluda – dijo.
Freuke se dio vuelta y Nik le gritó.
---  ¿Qué más haces por ellos?  – dijo.
--- Todo lo que hace falta para que sean niños felices,  no como vos, un amargado de la vida  ¡Un puto padre ausente! ¿Quien te necesita ahora?

Nik se atajó:
--- ¡La concha de tu madre! Tengo que pagar  tus compras: la bisutería informática; la ropa de moda, marcas y marcas ¿Le compras lencería Victoria Secret a una criatura de 12 años? Vi tus facturas de Mercado Libre: Remedios y juguetes sexuales y otras porquerías, ¿Para quién? ¿Para alguna amiga? ¿Para tu vieja? ¿Para vos? ¿Para Marusha?

Freuke no respondió y lo miró afilando los cuchillos.
--- Sos una porquería Nikita Artemiev y la vas a pagar ¡Te juro!  

Freuke se sentó en la punta de la mesa del comedor. 
El desorden no parecía tener ninguna importancia para ella. Sacó los cigarrillos del bolsillo de su bata negra con flores estampadas.

--- ¿Otra vez el banco te agarró de los huevos? -- dijo.
Nikita la miró mordiéndose el labio inferior.
--- ¿Y  le vas a pagar al banco con lo que es mío y de los chicos? – dijo detrás del humo del cigarrillo.
Nik apagó el Sanyo Led de 32”.

Estaba irritado.
--- No digas disparates. El terreno lo tenía antes  de conocerte, los chicos todavía son chicos,  y les falta un millón de años  para armar su propia casilla. ¡No rompas las pelotas! Ahora todo  es del banco – dijo.
--- ¡La puta que te parió! Nos estas dejando sin futuro – chilló Freuke llorando.
--- ¿Yo? Vamos mujer, mejor vestite que Bacigalupo nos espera.
La vieja  asomó la cabeza desde su cuarto.
Nik la vio decidida a intervenir y  le gritó:
--- Métase adentro! No es con usted.
--- ¿Por qué le gritas  a mamá?  ¡Ella nos sacó de la calle!
--- ¿A mí me sacó de la calle?  Te pregunto guacha  ¿Con quien mierda están hace 13 años? ¡Conmigo! Hace 13 años que los visto, los alimento, les compro ropa, les pago todas las porquerías que hay en esta casa ¡Les doy todo lo que me pidan! A vos también, la gran señora de Nikita Artemiev, que andas de reuniones, cursos de dibujo, arte, teatro ¡Perra! ¿Qué me estoy perdiendo? Mirá en la mugre que vivís.
--- Yo no nací para lavar platos” 
---¡La concha de tu madre!  -- gritó Nik.




Freuke no lo escuchó: tenía lo suyo para meter en  la hoguera... y que el fuego del infierno no se apague hasta que no le pueda pegar una patada, en los huevos a Nikita y mandarlo a la puta madre.
--- Pelotudo ¿Qué me decis a mí? ¡Perdiste todo! La casa de la calle Asamblea, las 8 hectáreas de campo, William Morris ¡Gran administrador! ¡El comerciante del año! ¡Me sacaste la mitad de lo que me dejó el abuelo . Acá le gritás a mamá y a  Gargano le chupas el orto. 

Freuke escuchó sonar su IPhone, lo sacó del  bolsillo de la bata  y se fue hablar “en privado”.

Nik  comenzó a ladrar. Estaba de coña.
--- ¿Quién mierda te llama? 
Freuke de espalda levantó la mano con el dedo señalándole  “fakiu” y desapareció por ahí.

Nik caminó hasta la ventana. El cielo  gris  de la tarde  se había llenado de nubes negras  empujadas por el viento. Miró  la calle: siete pisos abajo vio a  un tipo  hablando por celular apoyado en el Peugeot 206 Azul.

Los árboles de la calle eran negros y el viento   barría papeles y tierra.

El hombre hablaba articulando gestos y caminaba de acá para allá alrededor del auto.

Nik se sentó en el borde de la cama  entre el lío de trapos y sabanas revueltas.



“Con quién mierda está hablando? pensó Nik. Se levantó, cruzó el comedor para ir al baño y vio a su mujer entusiasmada con una sonrisa de lado a lado con el celular en la mano.

--- Dale,  suma minutos que soy yo el que pago la factura – dijo.
Freuke lo miró sin inmutarse ni dejar de hablar  y  reír.
Nik  se engranó. 
--- ¿Me oíste? –  ladró.

Corrió sobre sus pasos y se acercó a la ventana.

El tipo seguía recostado al Peugeot 206 azul hablando por el celular.
Nik miró absorto mientras temblaba  “Hija de puta ¡En mis ojos, perra!”

Nik hervía en el peor de los calderos: orgullo de varón herido,  vergüenza y humillación. En estas circunstancias: ¿Qué peso tenía el atenuante  de no tener relaciones sexuales? ¿Acaso no vivían bajo un mismo techo? ¿No les traía todos los días su alimento diario con la debida responsabilidad?   Otra vez  montó en cólera. 

En dos trancos estuvo al lado de Freuke, le manoteó el celular y lo tiró contra la pared. Los pedacitos del IPhone los salpicaron. Nik corrió hasta la ventana.

Siete pisos abajo el tipo miraba arriba. Movió la cabeza, guardó su celular, subió al Peugeot 206 azul y se fue.

Entró Freuke gritando fuera de sí y le tiró a Nik en la cara, los pedazos del IPhone. Nik pudo esquivar algunos y otros lo lastimaron.

--- ¿Qué es ésto? – dijo.
--- ¿A vos, hijo de puta,  que te pasa?
---¿Con ese cojes? 
--- No se que mierda  decís, yo hablaba con la maestra de tu hija.
--- ¡Mentira! Ni tu chingada madre te cree. O tal vez la hija de puta de la vieja es cómplice  ¡Hablabas con ese tipo del Peugeot 206! – señaló hacia la calle y empezó a ir y venir, dar vueltas y gritar.

Freuke sentía vergüenza por los  los vecinos.
--- Estás mal de la cabeza. Estás trastornado ¡Tenés que hacerte ver! ¿Me escuchas? ¡Internate enfermo! -- dijo.

Se sentó en la punta de la mesa  a fumar y putear por todas las cuentas  que Nik le debía pagar en vida.   Nik la miró  asombrado del discurso "Yo acuso" y le molestó profundamente el ceño fruncido de Freuke y se escapó al baño. 


FIN del Relato 3.


SEGUIMOS EN CURSO



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"JUNIO" es una obra de ficción. Cualquier parecido a personajes, nombres, situaciones, etc. es pura casualidad

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"¿Qué tiene Nikita Artemiev?"


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